Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas del Río

                                                PLUTARCO   ELÍAS    CALLES 

(Guaymas, Sonora, 1877 - Ciudad de México, 1945) Militar y político mexicano, presidente de la República entre 1924 y 1928. Su importancia en la política mexicana, sin embargo, se prolonga más allá de su mandato: promovió el acceso a la presidencia de su predecesor, Álvaro Obregón (1920-1924), permitió la reforma constitucional que posibilitó la reelección de Obregón e influyó en sus sucesores, hasta el punto de que el periodo 1928-1936 es conocido como "maximato" por la sumisión de los presidentes a la figura de Calles, apodado el "jefe máximo".

Maestro de escuela en el estado de Sonora, en 1912 abandonó su labor docente para ingresar en el ejército revolucionario del general Álvaro Obregón como capitán. Luchó contra el movimiento orozquista y, un año más tarde, participó con las tropas de Obregón en el derrocamiento del presidente Victoriano Huerta. En 1915 alcanzó el grado de coronel por sus destacadas actuaciones militares en la lucha contra Pancho Villa. Ese mismo año, el presidente Venustiano Carranza lo nombró gobernador de Sonora, cargo que fue para él una excelente escuela política. Durante su segundo mandato como gobernador de Sonora (a partir de 1917), promulgó una nueva Constitución para el Estado y diversas leyes agrarias y laborales de marcado corte social.

En 1919 Carranza lo nombró secretario de Comercio y Trabajo, si bien no duró mucho en el cargo; Calles dimitió y apoyó el Plan de Agua Prieta con el que Obregón destituyó a Carranza de la presidencia. Tras el asesinato de Carranza, Obregón obtuvo la victoria en las elecciones; el nuevo presidente nombró a Calles secretario de Gobernación, cargo que desempeñó durante tres años (1920-23). Calles se convirtió en el colaborador más estrecho del presidente y en su virtual sucesor. Después del fracaso de la rebelión de los seguidores de Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles fue elegido presidente para el período comprendido entre los años 1924 y 1928.

La presidencia de Calles se caracterizó por la consolidación y profundización de la revolución mexicana de 1910: reforma agraria, extensión de la enseñanza, construcción de obras públicas, reorganización del ejército… Su política anticlerical le enfrentó violentamente con la Iglesia católica («revolución cristera» de 1925-26). También mantuvo un áspero conflicto con Estados Unidos a raíz de sus pretensiones de nacionalizar el petróleo y las propiedades territoriales como preveía la Constitución aprobada en 1917; finalmente, Calles hubo de ceder, autorizando la penetración en México de los intereses económicos norteamericanos (1927). Pese a todo, y por sus numerosas realizaciones e instituciones que fundó, se el considera el creador del México moderno.

Calles continuó en la vida política después de dejar la Presidencia, fundando el Partido Nacional Revolucionario (1929) e influyendo en los presidentes que le sucedieron: Emilio Portes (1928-30), Pascual Ortiz (1930-32) y Abelardo Rodríguez (1932-34). Como ministro de Hacienda decretó el abandono del patrón oro en 1931. Paulatinamente se fue acercando a posiciones más conservadoras, desde las que criticó la tendencia izquierdista adoptada por la presidencia de Lázaro Cárdenas (1934-40). Esto le obligó a dejar el país y exiliarse en California (1936); regresó a México en 1941, pero ya no intervino más en la política nacional.



LÁZARO     CÁRDENAS     DEL     RÍO
(Lázaro Cárdenas del Río; Jiquilpán, 1891 - Ciudad de México, 1970) Militar y político mexicano que fue presidente de México entre 1934 y 1940. Recordado y querido como uno de los mayores estadistas mexicanos de todos los tiempos, Cárdenas hizo más que cualquier otro presidente para consolidar la Revolución mexicana y llevar a la práctica sus ideales de justicia e igualdad.

Firme defensor de una política modernizadora y democrática, Lázaro Cárdenas fomentó la educación a todos los niveles, estimuló la formación de organizaciones sindicales, renovó la administración pública e impulsó, como nadie lo había hecho antes, la reforma agraria. Sus convicciones nacionalistas lo llevaron a nacionalizar los ferrocarriles en 1937 y, al año siguiente, la industria petrolera, que estaba en manos de compañías británicas y estadounidenses. Su posicionamiento en favor de obreros y campesinos frente a los intereses de los poderosos y la defensa de los recursos naturales frente a las injerencias de las compañías extranjeras le proporcionaron un prestigio y una aureola de honestidad que conservaría tras abandonar la presidencia.

Lázaro Cárdenas saltó a la política bajo la protección de otro militar revolucionario, el presidente Plutarco Elías Calles. En 1928 fue elegido gobernador de Michoacán, cargo que aprovechó para realizar una importante labor reformadora que acreditó su valía política en todo el país: creó numerosas escuelas, impulsó el reparto de tierras y promovió las asociaciones sindicales y la democratización de la universidad. Posteriormente fue ministro del Interior (1930-32) con Pascual Ortiz Rubio y ministro de la Guerra (1932-34).

En 1934 ganó las elecciones presidenciales, siempre bajo la protección de Calles, que seguía ejerciendo gran influencia en la vida política mexicana; pero, una vez en el poder, Lázaro Cárdenas se emancipó de su tutela y adoptó una línea política propia, más inclinada hacia la izquierda. Llegó incluso a expulsar del país a su antiguo protector, que hubo de exiliarse en Estados Unidos (1936). Creó el Partido Revolucionario Mexicano (antecedente del posterior PRI), en el cual se integraron un amplio espectro de reformistas y progresistas: comunistas y socialistas, liberales radicales, la Confederación de Trabajadores Mexicanos y la Confederación Nacional de Campesinos.

La presidencia de Cárdenas (1934-1940)

Bajo el lema «México para los mexicanos», Cárdenas llevó adelante una política de nacionalizaciones, especialmente trascendente por lo que respecta al petróleo; ello le enfrentó con Estados Unidos y le obligó a buscar compradores en Alemania. También se ocupó de proteger a la población indígena, impulsó la reforma agraria, combatió el latifundismo, nacionalizó los ferrocarriles y estableció una enseñanza pública laica, gratuita y obligatoria. En definitiva, todo un giro socializante del México posrevolucionario, que hay que situar en el contexto de la depresión económica mundial de los años treinta y el New Deal de Franklin D. Roosevelt en Estados Unidos.

De estas realizaciones debe destacarse su ambicioso programa de reforma agraria. El gobierno de Cárdenas organizó el reparto de más de dieciocho millones de hectáreas entre los desposeídos mexicanos, casi el doble de lo que todos los gobiernos de sus predecesores juntos habían llegado a distribuir. Pero la distribución de tierras sin proporcionar los servicios de infraestructura necesarios conduce a una agricultura de subsistencia en la que el campesino es capaz de alimentar a su familia, pero no de producir excedente para el mercado. Para evitar los problemas del abastecimiento de las ciudades y del mercado de exportación, Cárdenas recurrió a un sistema comunal genuinamente mexicano, el ejido. Los ejidos incluían a cientos de familias a las que el Banco de Crédito Ejidal proporcionaba financiación, escuelas y hospitales.

De fundamental importancia fue asimismo la cuestión del petróleo, en la que Cárdenas mostró su valentía y supo mantenerse firme frente a Estados Unidos. Cuando en 1938 anunció la expropiación de las compañías británicas y estadounidenses de petróleo, medida que contaba con el apoyo de todo el país, la reacción del capital estadounidense fue pedir a Roosevelt la intervención. El presidente Roosevelt, sin embargo, había defendido la no injerencia en los países vecinos con su política de "buena vecindad". El gobierno de Cárdenas creó un monopolio estatal, Petróleos Mexicanos (PEMEX), verdadero buque insignia de la nacionalización de los recursos, y logró, no sin ciertas dificultades iniciales, sortear el boicot internacional al petróleo azteca.

Más polémica fue la implantación de una educación "socialista", término que quedó envuelto en la indefinición; pero, aparte del problema ideológico, la educación se extendió por el país y llegó a sectores y a amplias áreas rurales que nunca había alcanzado: en seis años se duplicó el número de escuelas. En la lucha contra los fascismos, cuyo auge llevaría a la Segunda Guerra Mundial, fue significativa la acogida que Cárdenas dispensó a los refugiados republicanos españoles que, perdida la Guerra Civil en 1939, huían del régimen de Franco.

El sexenio de Cárdenas, en resumen, fue un periodo de estabilidad política que legó a la posteridad avances significativos en materia de economía, educación y obras públicas. Cárdenas dejó la presidencia en 1940, pero no la vida política, en la que siguió ejerciendo considerable influencia: promovió la candidatura de Manuel Ávila Camacho, que le sucedió en el periodo 1940-1946, y él mismo aceptó el cargo de ministro de la Guerra entre 1942 y 1945. También colaboró con el presidente Adolfo López Mateos (1958-1964).



CONCLUSIÓN: Con la llegada a la presidencia de estos grandes personajes surgieron cambios buenos a la educación y cambios sociales en el país, fueron de gran importancia y evolución ya que se apoyó a la educación y a las personas para su buen desempeño y desarrollo, una educación viable y la defensa de nuestros derechos como ciudadanos.







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